Edificio de la calle de Princesa con un añadido moderno en la parte superior.
Esta es una gran controversia en el paisajismo urbano. El concepto de valor paisajístico tiene ciertas dosis de subjetividad. Por ejemplo cuando se produce una ampliación o modificación de un edificio antiguo con elementos modernos. La aparición de nuevos elementos es un factor que siempre va a provocar una transformación importante en la vista de un edificio. Es, por tanto, una cuestión bastante delicada que en pocos casos resulta estética y paisajísticamente positiva. En la mayoría de los casos, solo cabe esperar que esa nueva imagen no sea demasiado desafortunada. Aunque no es imposible que la aparición de elementos modernos pueda resultar interesante. Pero ante esta delicada situación son demasiadas las veces en que no se opta por una opción conservadora desde el punto de vista paisajístico, me refiero a una opción inteligente, práctica, integradora y eficaz. También en otros casos más singulares, motivados por numerosos factores de egocentrismo, megalomanía, y sobre todo lucro o publicidad política, se erigen estructuras modernísimas y carísimas sin otro sentido que el lucimiento y lucro del arquitecto y constructor, y la satisfacción del político o empresario. Todo ello a costa de la racionalidad, austeridad y buen criterio basado en aspectos paisajísticos, históricos, culturales, sociales; en definitiva, de una arquitectura más culta y amable.
Esta es una gran controversia en el paisajismo urbano. El concepto de valor paisajístico tiene ciertas dosis de subjetividad. Por ejemplo cuando se produce una ampliación o modificación de un edificio antiguo con elementos modernos. La aparición de nuevos elementos es un factor que siempre va a provocar una transformación importante en la vista de un edificio. Es, por tanto, una cuestión bastante delicada que en pocos casos resulta estética y paisajísticamente positiva. En la mayoría de los casos, solo cabe esperar que esa nueva imagen no sea demasiado desafortunada. Aunque no es imposible que la aparición de elementos modernos pueda resultar interesante. Pero ante esta delicada situación son demasiadas las veces en que no se opta por una opción conservadora desde el punto de vista paisajístico, me refiero a una opción inteligente, práctica, integradora y eficaz. También en otros casos más singulares, motivados por numerosos factores de egocentrismo, megalomanía, y sobre todo lucro o publicidad política, se erigen estructuras modernísimas y carísimas sin otro sentido que el lucimiento y lucro del arquitecto y constructor, y la satisfacción del político o empresario. Todo ello a costa de la racionalidad, austeridad y buen criterio basado en aspectos paisajísticos, históricos, culturales, sociales; en definitiva, de una arquitectura más culta y amable.
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